Muchas son las sensaciones que se nos quedan en el poso de la memoria una vez que van pasando las semanas desde que acabaron las Fiestas 2010. Con ese regusto de insatisfacción que nos hace esperar las Fiestas del año que viene.
Atrás quedaron esos días de intensos preparativos que culminan con los días grandes, pasaron los nervios de los comienzos, y como ese castillo de fuegos artificiales que cerró las fiestas el martes 27, pasaron rápidas.
El entrañable pregón de Pepe Fuentes fue la antesala del inicio oficial de las Fiestas el viernes 23, que con la marcial tamborrada llenando desde la Plaza Mayor todas las calles del pueblo anunciaba la apoteosis del sábado de Fiestas. Ya desde la noche del viernes se podía comprobar como este año acudía más gente que nunca, creando un gran ambiente. Así, tras la diana de la Banda de Música, un gran gentío abarrotaba la Iglesia para desfilar ante la imagen de la patrona y vivir la bajada del camarín de la Virgen de la Cabeza. Estoicamente, la gente aguantó hasta después de las 13.00 horas, esperando que más de 3000 personas pasaran por el camarín. Por la tarde las actividades se apretaron, y eso que se suspendió el encuentro de moros y cristianos. Mientras terminaban los toros, en la plaza portátil levantada para tal ocasión en el polideportivo, se realizó la ofrenda florarl, que este año, como novedad se realizaba el sábado. Quedó un tanto deslucida por a poca asistencia de público y menos mal que la banda de tambores de los Tercios animó el acto. Con prisas y algún retraso, pues hubo que esperar a que algunos músicos regresaran de los toros, la banda de música y el coro Villa de Zújar ofrecieron su ya tradicional concierto de Fiestas, comenzando casi a las 9 y media de la noche.
Si el viernes y el sábado ya se veía bastante gente por Zújar, la romería del domingo convocó a numerosas personas (algunas fuentes hablan de más de 7000 personas). Como marca la tradición la imagen salió tras la despedida desde el templo hacia las 9 de la mañana, cubriendo los más de 7 kiómetros de ascensión hasta la cima del Cerro Jabalcón. En a cumbre las muestras de devoción no daban tregua: se agotaron las velas de la hermandad, la gente se agolpaba en la ermita, el baile de la bandera cristiana en la puerta de la ermita fue seguida por una auténtica multitud, sonaban los cohetes y no paraban de salir “vivas” de los miles de gargantas. Mientras la gente se desparramaba por los alrededores para reponer fuerzas, los más jóvenes con el espíritu de los tambores a pleno rendimiento bailaban sin freno en la nave. A la hora del arroz, la gente acudió en masa y unas 600 personas no pudieron ni probarlo (entre ellos yo mismo), pues se agotó muy pronto, antes de lo previsto, tal como había pasado horas antes con el chocolate y el bollo de aceite tradicionales, pues algunas de las personas que habían estado velando toda la noche del sábado al domingo ni siquiera tuvieron la suerte de poder reponer sus cuerpos. No obstante el dia acompañó. Era la situación ideal, un día cubierto, pero con una temperatura agradable. Así, sin frío y sin el sol abrasador de otros años, transcurrió un día de romería formidable.
Ya por la tarde, y sin incidentes dignos de mencionar la Virgen de la cabeza descndió hasta la plaza, donde se representó e tradicional drama de moros y cristianos de Zújar, una auténtica joya de patrimonio cultural y etnológico de España, que resultó de forma notable, a pesar de los problemas de sonido, así como también la segunda parte en Capallón el lunes siguiente, con la anecdota que este año: cuando se produjo el bautizo de Zelín (Jacob), un mal cálculo del actor que interpretaba a Minardo (José Miguel), provocó que parte de la primera fila, donde estaban sentados los oficiales, terminara calado hasta la médula.
El martes llegó casi de improvisto, con el cansancio metido en el cuerpo tras la romería y los desfiles procesionales con los moros y cristianos alardeando por las calles del pueblo, y tras las noches de verbeneo y jarana hasta altas horas. Como ya es costumbre, el desfile procesional de Capallón, donde la Asociación Los Zújareños mostró el trabajo de las alumnas de baile flamenco y donde hubo un acto muy emotivo en recuerdo del desparecido zujareño Pepe "el Palojo", y el nombramiento de los Tercios de Honor, con ese regusto a sangría romera, fue deshaciendo las Fiestas, en ese atardecer de abril, mientras el trono estrenaba sus candelabros y los costaleros se hacían los remolones escondiéndose en las marchas de la Banda de Música de la Asociación Cultural Virgen de la Cabeza que, durante los cuatro días envolvieron el paso de la patrona. Ya de noche, los moros y cristianos aunque cansados, parecía que nunca querían llegar a la Plaza. Y como de costumbre toda la emoción se desató cuando se volvió a cantar, por última vez en las Fiestas el Himno, mientras los costaleros, rendidos por el esfuerzo lloraban desconsolados......
Pero, como ocurre en Zújar, nada se acaba si no es para empezar de nuevo y el domingo 2 de mayo, las campanas volvían a sonar, los tambores redoblaban una vez más anunciando a los nuevos oficiales que se harán cargo de las fiestas en el 2011. Tres moros. Tres cristianos. 6 nuevos papelistas y todo el sabor de las escuadras de moros y cristianos de los Tercios de la Hermandad y de la Asociación de moros y cristianos Jaufia y Jabalón (nunca se les agradecerá a sus socios suficientemente la gran labor que realizan para realzar nuestros desfiles). Los trajes se quedarán preparados para otra ocasión y allá por octubre se reanudarán los ensayos para poder realizar dignamente otra representación más y asegurar así que el ciclo de la vida se renueva cada año en Zújar, por abril.... y somos muchos los que ya empezamos a vivir las Fiestas del 2011