Comenzó la velada con la actuación de la Banda Juvenil de la ACVC interpretando varias piezas de aire navideño: “A Christmas Proclamation” (Robert Smith), “Calypso Bells” (Todd Phillips) y “Aires de Nobleza” (James Swearingen), donde los más jóvenes hicieron las delicias del público sorprendido por el buen sonido pese a ser todos alumnos de la Escuela de Música de la Asociación, lo que muestra el gran trabajo de los profesores y personas que participan en el desarrollo de la enseñanza musical.
Instalando el bombo de concierto
Como en conciertos anteriores, el programa contó con la participación de dos formaciones surgidas de la Banda de Música. Primero actuó el Cuarteto de Saxos de la ACVC, compuesto por Miguel Montero (saxo soprano), Raquel Ibarra (saxo contralto), Lorena Peláez (saxo tenor) y Manolo Arredondo (saxo barítono) que sorprendiero al público con “The Entertainer” de Joplin, pieza muy conocida por la película “El golpe” (George Roy Hill, 1973) y la hermosa pieza “Cierra tus ojos y escucha” de A. Piazzola. Los asistentes pudieron comprobar la especial sonoridad y calidad del sonido de un grupo de saxos. Después lo hizo el extraordinario Quinteto “Holz” de la ACVC, formado por Alicia Rodríguez, (clarinete), Javier Medina (clarinete), José Angel Navarro (clarinete), Fran Avilés (clarinete) y Clemente Arredondo (clarinete bajo), donde exhibieron su calidad técnica e interpretativa con la popular “Tico tico” de Zequinha Abreu y “Aragonaise” pieza de la suite “Carmen” de Bizet.
Pero, sin duda, el plato fuerte fue “La Divina Comedia” dirigida por Ramón José García Arredondo, basada en la obra homónima de Dante Alighieri, dividida en cuatro partes:
1.- El Infierno.
2,. El purgatorio.
3.- La Ascensión
4.- El paraíso.
Esta obra del compositor Robert W. Smith que ha trabajado durante muchos años para la Warner Bross, es una de las dos sinfonías de su repertorio (junta a “The Odyssey”, basada en la obra de Homero). Siguiendo la estela de numerosos compositores que se han inspirado en la obra clásica de Dante (como la de Franz Liszt) establece un recorrido por la experiencia humana que tras caer en el pecado es capaz de levantarse y, guiado por la divinidad, llegar a la contemplación mística.
Quienes tuvieron la suerte de escuchar este concierto, acompañaron este tránsito por el universo de Dante, introducidos por los fragmentos que Carlos Martí leyó, extraídos de “La divina comedia” de Dante. En “el infierno”, el hombre pecador sufre el castigo eterno (dice el verso “abandonad toda esperanza los que entráis en el infierno”), y la música se hace densa y trágica con las voces de los caídos, los chasquidos de los látigos y el arrastrar de cuerpos y cadenas, que tan bien ambientó la percusión, mientras la música pesa, con ritmo cansino y en medio del dolor de los metales. Un infierno del que no puede salirse a juzgar por el estallido riguroso, poderoso y dominante de la percusión. “El purgatorio”: La música adentraba a los espectadores en la región donde se produce la purificación de las almas arrepentidas y atormentadas que comienza con una plegaria de la trompa y tras un estallido de metales y percusión, con inclusión de lamentos de flauta y saxo soprano, se inicia un camino tortuoso, penoso hacia una poderosa plegaria con las voces de los músicos a modo de coro que claman “Gloria in excelsis deo”. Y entonces, llega a la “Ascensión”, en el que se construye un poderoso clamor, un “aleluya” instrumental primero y vocal después, acabando con un poderoso júbilo en un apoteosis de la percusión, los metales y la madera en un fortísimo. Así, culminando el recorrido, la música entraba en el número final “El Paraíso”, el lugar del cielo donde moran los justos, donde las almas llegan al éxtasis de la contemplación divina. Todo comienza con las suaves campanas del metalófono, para estallar en una exuberante explosión de júbilo que introduce la parte vocal, como un himno, un canto al triunfo, a la gloria. Toda esta parte, de gran brillantez, muestra la solidez de la armonía y el placer del triunfo final
El público, desde el principio de esta obra quedó enganchado, sometido a los vaivenes del ritmo, la construcción armónica y las sorprendentes líneas melódicas, que consiguieron encauzar a los espectadores en los balbuceos del llanto, los recodos del temor, la esperanza o la felicidad del gozo. Al salir pude escuchar comentarios como “sorprendente”, “Increíble”, “no me esperaba ésto”,“lo mejor que he oído en mi vida”, pero quizás lo que refleja mejor el ambiente y las experiencias vividas fue el comentario de una chica “he tenido momentos de todo, se me han puesto los pelos de punta, he estado a punto de llorar, y me he sentido aliviada...”
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